Los versículos iniciales del salmo mencionan brevemente la eternidad de Dios para compararla con la mortalidad de la humanidad, lo que se enfatizará en la siguiente sección. El salmista no está interesado en una discusión filosófica sobre la eternidad de Dios, sino en su aplicación práctica. Moisés comienza y termina el salmo con la afirmación de que el Señor es nuestro Dios. La eternidad de Dios no se describe simplemente como lo opuesto a nuestra mortalidad; se proclama como la respuesta a ella.
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